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  • Pablo Ayenao

Glorioso llanto del sentenciado

[Apuntes sobre La intriga del incomprendido y Corona de espinas y huesos.

(Autoedición, 2020), de Zazuki K. T.]


Por Pablo Ayenao


Zazuki Kasumi Tamashii, por cierto un seudónimo, es una incansable y prolífica escritora temuquense, que hasta la fecha ha publicado más de diez libros bajo su propio sello. Por tanto, ella es también la diagramadora, diseñadora, editora y encuadernadora de toda su literatura.

Cabe señalar que La intriga del incomprendido y Corona de espinas y huesos corresponden a dos textos: una novela breve y un cuento. Aparecen en el año 2020 y se extienden en la cara posterior de otra novela, ya no breve, titulada Ruina y asedio: la desgracia de los muertos. De este último texto nos ocupáramos en una próxima reseña.

Ahora intentaremos bosquejar ciertos tópicos, detallar muy particulares atmósferas y vislumbrar no tan disimuladas contraseñas que se presentan en La intriga del incomprendido y Corona de espinas y huesos. Esto de forma autónoma e independiente, aunque claro, como advierte la autora en las páginas centrales: todo tiene que ver con todo.

Intentaré no spoilear. No será un intento vano.

La intriga del incomprendido, como ya lo mencionamos, es una novela breve, bastante amena y también bastante dúctil, cuya acción se desarrolla en los Alpes de Fherrynstons. Dicho punto es importante, porque el frío y la nieve atraviesan todo el texto, estableciéndose como un eje cardinal que determina las decisiones que enfrentan los personajes. Por otra parte, la novela se abre con una escena de tortura, lo que establece, de cierto modo, o quizás de manera ineludible, el determinante tono del texto. Así, el sufrimiento en todas sus gradaciones y aristas confluyen inmutables en la existencia humana. Existir es sufrir, parece que nos señala la autora. Es menester afirmar que el discurso amoroso que se desarrolla en La intriga del incomprendido es también un reflejo, axioma de tiempos esquivos, invariablemente extraviados. La grafía es objetivista, aunque a ratos encontramos innegables arrojos líricos. Por último, en esta breve referencia quisiera detenerme en el incomprendido Seufzer, el sobreviviente Seufzer, el protagonista Seufzer. Seufzer sufrió un castigo: le quitaron el corazón. Esta carencia determina su derrotero. Corazón perdido y posteriormente encontrado. Entonces los viajes, los desiertos, los ímpetus provienen de esa oquedad, metaforizada en la falta del órgano vital.

Corona de espinas y huesos comienza con un muy hondo y elocuente lamento. Zeit rememora sus circulares desgracias y en esa evocación pareciera que se le va la existencia. Solo pareciera, porque este personaje, sin duda, posee una elocuente fortaleza que no se aprecia en una primera hojeada. Ahora estamos en los bosques de Niege, lo que adquiere capital relevancia. Así, los árboles, sus ramas, crecimientos y espesuras fijan todo lo que ocurre en el cuento. De igual modo, las guerras, ofensivas y estratagemas traspasan toda experiencia. Sobrevivir es una gesta, bien lo saben los Soldner y los Wolfe que, finalmente, pese a todos sus esfuerzos, cayeron abatidos. Lo humano, entonces, es una piedra que aparece y desaparece, se extingue para luego perseverar. Invariable astro que pende absurdo en la órbita de fuego. En consecuencia, la gran herida de la subsistencia es, precisamente, nuestro cuerpo, carcomido por inefables delirios.

Sintetizando, afirmamos que La intriga del incomprendido y Corona de espinas y huesos son dos textos que, mediante sus particulares y moldeables técnicas, engloban una imaginación desbordante, generando un laberinto eterno e inclasificable. Acá, cada recoveco soporta un proyecto mayor. La autora da cuenta de su caudal inventivo, resaltando lo tétrico, el suspenso, la imprecación y, por cierto, también una pálida luz que rebota impasible en un cuenco de agua congelada. Notamos así los diversos sistemas de poder, la opresión perpetua, los castigos corporales, las luchas fratricidas. Todo signado con una letra ágil que se inunda en su extensión, como un ojo que intenta auscultar hasta el último rincón de la quebrada. Así, los relatos aquí descritos no dan tregua ni perdonan a los mártires, tampoco a los inocentes.

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