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La vida de un poeta entrañable

Luis Riffo

Por Luis Riffo


Conocí a Jorge Teillier a comienzos de los años ochenta, cuando visitó el liceo donde yo estudiaba en Temuco. En ese tiempo los escritores vivían en una especie de semiclandestinidad y la oportunidad de reunirse con alguno de ellos estaba rodeada de una impronta épica no exenta de una sensación de peligro. Pero el poeta de Lautaro caminaba y hablaba como si estuviera llegando a su propia casa y tomara asiento junto a una cocina a leña en torno a la cual se rememoran viejas historias. Recuerdo que le mostré un poema que escribí a máquina y que intentaba en vano emular la grandilocuencia de Whitman. Teillier lo leyó y lo comentó con asombrosa generosidad, eludiendo las debilidades evidentes del texto, y escribió al final de la hoja, con una letra temblorosa, las palabras que ya habían aparecido en su libro Para un pueblo fantasma (1978): “Un día seremos inmortales y leyenda”.

Ahora ese recuerdo se amplifica después de la lectura de Nostalgia del futuro. Biografía del poeta Jorge Teillier (reeditado este año por Trihue Ediciones), de Luis Marín (destacado escritor y periodista de Temuco, fallecido en 2019) y Carlos Valverde, que constituye un registro fundamental de los principales hitos de la vida de uno de los poetas esenciales de nuestra historia literaria. Con una prosa elegante y mesurada, en la que no está ausente a ratos una sutil dosis de ironía, esta biografía nos lleva hacia las primeras décadas del siglo veinte, para mostrarnos a la familia de inmigrantes franceses en cuyo seno nacerá el poeta en el año 1935, y se extiende a lo largo de un intenso siglo cuyo final Teillier no alcanza a presenciar, como era su deseo (“para ver si de verdad es el fin del mundo”), porque fallece algunos años antes, en 1996.

Este trabajo acoge en sus páginas la información contenida en la no muy abundante bibliografía sobre el poeta y en los testimonios recogidos por los biógrafos a partir de las entrevistas realizadas a personas cercanas a él en los diversos momentos de su vida, tales como Cristina Wenke, una de las mujeres más importantes de su existencia, su hermana Sara y algunos amigos y escritores (Armando Uribe Arce, Francisco Véjar, entre otros) que tuvieron el privilegio de compartir con él momentos relevantes.

Como ya se sabe, Teillier es el principal exponente de lo que él mismo denominó poesía de los lares o lárica y que consiste, en términos simples, en la descripción de un mundo apacible y amable, en el que predominan pueblos abandonados, viejas estaciones de trenes e imágenes de infancia, que representan no tanto el rescate de verdaderos recuerdos como el planteamiento de una serena utopía que se opone al vértigo destructivo de la vida urbana contemporánea. Esa misma vida urbana, la de Santiago, en la que Teillier encontró a sus mejores amigos, sus grandes amores y un temprano reconocimiento, pero también donde naufragó a causa del golpe de 1973 y de su irredimible alcoholismo. En las crónicas que componen este libro no se escatiman detalles acerca de su enfermedad y los efectos que tuvo en su organismo y en su relación con los demás. Lo mismo sucede con el relato del destino que tuvieron sus compañeros de juerga. Los biógrafos son implacables al momento de describir la dramática degradación y muerte de estos poetas bohemios destruidos por su propia dipsomanía, pero dejan en evidencia al mismo tiempo el respeto y admiración que sienten por su legado literario.

Ya sea por ánimo investigativo o por simple curiosidad, no puede dejar indiferente al lector la historia de sus tres amores fundamentales: Sybila Arredondo, la mujer que después se casaría con el escritor peruano José María Arguedas y que sería encarcelada por supuestos vínculos con Sendero Luminoso; Beatriz Ortiz de Zárate, la adolescente de 17 años que se disputaron Teillier y Lihn y por la cual casi se baten a duelo, y la artista Cristina Wenke, que lo acompañó hasta sus últimos días en el Molino del Ingenio, en La Ligua. Ni carece de interés su relación con los principales escritores que agitaban la vida intelectual antes de 1973, así como el declive paulatino que significó la dictadura de Pinochet en la vida de Teillier.

¿Necesitamos hurgar más allá de la obra del poeta? ¿Es su biografía necesaria? Sin duda, su poesía resiste el paso del tiempo y supera las objeciones que se planteen a la forma en que asumió su propia vida. No obstante, parece inevitable la tentación de asomarse a los entresijos de una existencia alejada de una imagen bucólica, con la pretensión tal vez inútil de comprender el origen de esa serenidad melancólica que sus lectores tenemos el placer de disfrutar en cada uno de sus poemas.

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