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  • Pablo Ayenao

La pobreza no te abandona nunca, ni siquiera en Grindr

Por Pablo Ayenao

(Fotografía de Birgit Böllinger)


Me siento tan chata con las clases online.

Ya, te cuento. Venía saliendo de la universidad, el primer día de clases. Estaba agotada con la pega, además me había ido pésimo en el examen de inglés. Necesitaba un relajo. De verdad, lo necesitaba. Y no hay nada mejor para relajarse que abrir Grindr. La cosa es que no habían pasado ni cinco minutos y me habló una prima de Providencia. Intercambiamos packs y fui a verlo de una. Sí, yo soy súper decidida también. En serio. El loco me dio las instrucciones y yo en un dos por tres tomé un Uber. A todo esto, la prima había quedado en pagar el Uber y fíjate que cumplió su palabra. Me fui durmiendo durante el viaje, realmente estaba raja, agotá. Cuando al fin llegué al edificio quedé negra, pero negra negra. Una construcción impresiónate, así ultra fastuosa, re moderna. Ni siquiera tuve que registrarme en la recepción. El loco había hablado antes con el conserje y le pasó la plata pal Uber. No pedí el vuelto, total, que le salga caro el delicioso. Ya, ñaña, mejor voy a resumir. Caminé hasta el ascensor con mi mejor cara y silbando llegué hasta el piso veinte, casi feliz. Lo único que pensaba era en la calefacción, porque debe salir carísima, si era tan grande el edificio. A los cuicos les da igual en todo caso, no están ni ahí. Y aunque era verano yo no podía dejar de pensar en la calefacción. La pobreza no te abandona nunca, chino, ni siquiera en Grindr. En serio, se queda para siempre alojada en el piuke. Ya, mientras buscaba el departamento me dio cringe, pero tampoco tanto, no pa irme. Yo soy bien pará en la hilacha también. Tú me conocís, no tanto, pero me conocís. Así que mañum por todo, ñaña. ¿En qué iba? Aah, en eso me abrió este loco, la prima pu. Loco, prima, la misma weá. Tenía puesta solo una bata y me hizo pasar sin abrir la boca, solo con gestos. Pa que te digo, por dentro el departamento era espectacular, de pana, full soñao. Yo nunca había visto algo así. Tanto espacio tenía la prima pa ella sola y mi familia haciná en la rukita en Puente alto. Perdona, me desvío. El departamento era de verdad colosal, mega. Tenía unos ventanales de piso a techo y con vista a la cordillera. Y en eso estaba yo, muy ganza mirando la decoración, los sillones tan blancos y mullidos, cuando siento que me agarran el poto a dos manos. El feroz manotazo me pegó la prima y después me agarró la cara y me plantó un beso súper langüeteado. Fue rico. Me calenté, aunque tampoco daba pa futuro crush ni nada. Bueno, nos besamos unos minutos y entonces la prima me vuelve a agarrar el poto, pero despacito, así pellizcando no más. A mí me empezó a dar la pera, no te estoy webiando, no. En realidad, el cola me acarició el poto poquito rato, porque sus manos estaban desesperadas por irse al paquete. Si pu, si yo conozco esos temblores de las manos. Primero me sobó el paquete por sobre el pantalón y me dijo vamos a ver qué tienes por acá. Me empezó a faltar el aire, las mejillas se me pusieron rojas. Después la prima me bajó el buzo y el bóxer de un solo tirón, Uy eres trípode, dijo poniendo los ojos en blanco. Luego me pajió un buen rato. Era inquieta la prima, motivada. Cuando se cansó de pajiarme me subió toda la ropa, me tomó la mano y me llevó al dormitorio. Y si el living era espectacular, el dormitorio era magnífico. Onda las paredes repletas de cuadros de marco dorado, la cama king size, los veladores de caoba. Bueno, no sé si caoba, pero era una madera re cara. Tras el ventanal se escondía un balcón enorme donde tenía una mesita de fierro con sus sillas. Allí este loco leía el diario en la mañana tomándose un café, mirando la cordillera. Yo estaba ultra impactado, aún lo estoy. De verdad, ñaña, tu sabis que no miento. Entonces la prima me dice túmbate en la cama y yo de puro embobado le hice caso altiro. Ya, me quitó la camisa y ahí sí que me dio cosa. Enchúfate, pos ñaña. Acuérdate que había trabajado toda la noche en el call center y después fui a dar la bendita prueba a la universidad, por eso andaba súper transpirado. Mira, después la prima me sacó los pantalones y los bóxer, aunque ahora lo hizo súper pero súper lento, no como antes. El gusto de vestirla y desvestirla a una. Yo me estaba colocando un poco nervioso, andaba perúo. Es que los cuicos generan desconfianza. De verdad que estaba nerviosa. Te digo que no es webeo, pensaba que el loco me iba a amarrar y pegar con un látigo, asfixiar con gang ball, no sé. En serio. Bueno, si querís me creís no más. Ñaña, escucha, yo tengo Grindr desde los dieciséis, pero nunca había hecho el delicioso con alguien del barrio alto. Así que todo era nuevo para mí. Ya pu no te riái. ¿En qué parte iba? Aaah, ya. Estaba tirado en la cama, viendo la lámpara de lágrimas, soñade, onda esa lámpara deben valer veinte sueldos mínimos. Y entonces la prima se sacó la bata y noté que estaba circuncidada. A todo esto, el loco era súper normal, ni alto ni bajo ni gordo ni flaco. Muy standard todo. El cola se ríe con sus dientes ultra perfectos, y su boca dibuja una O más perfecta aún. Si pu, una O mayúscula. Y ahí empezó a chupar pico como loca. Sus labios subían y bajaban como si no hubiera mañana. Lo hacía súper bien, tutelu tutelu, se nota que tenía caleta de experiencia igual. Y después de un rato comenzó a alternar la mamada con las manos. Creo que nunca había estado tan erecto. La prima chupaba como los dioses y pajeaba como los ángeles. Te juro, ganza. Bueno, pasaron unos minutos y yo no me podía aguantar, así que acabé en su boca. Ni le avisé, nada. Quizás por eso le cayó un poco de leche en la barbita. Recuerdo su lengua estirada recogiendo el semen, Pa serte sincero, yo quedé con gusto a poco. Todo fue rápido, porque él tenía que irse para la pega. Entonces pasó al baño a ducharse y me dijo que me bañara yo igual. Me quedé mirando la cordillera. Estaba embobado, nunca la había visto desde esa panorámica. La cordillera nevada era de una belleza sublime. Y estaba tan cerca, parecía que con solo extender mi mano iba a tocar la nieve, aunque era verano, no se veía nieve. La hizo cortita la prima, la ducha más breve de la historia, más breve que el culeo. Y cuando salió del baño me pasó una toalla grande, peluda y partí a lavar mi cuerpa. Aah ya. Al entrar al baño casi me desmayé, en serio compañere. Todo negro con dorado, un abanico hermoso de tonalidades. Me estái contagiando la poesía, ñaña. Mira, las llaves de un color cobre divino, el suelo ultra calefaccionado, las paredes de mármol. En realidad, no sé si mármol, pero era un material desconocido para mí y que se notaba súper caro. También había una puerta de ducha preciosa, no cortina, puerta deslizante de cristal. El lavamanos tenia abajo un mueble vanitorio. No te digo ñaña, todo lujoso. Me duché con agua calentita. No había que prender el calefont ni nada por el estilo. Quizás cómo funcionaba. El jabón tenía un olor tan rico. No era Giseell ni Ballerina. Aún extraño esa ducha exquisita y esa toalla tan suave, ay, de verdad los lujos son adictivos.

Tengo tanto sueño, ñaña, en mi casa está la pura cagá.

Cuando salí del baño me puse a buscar el dormitorio y no lo encontraba. Es que el departamento tenía mil puertas. Y yo ahí todo aweonao abriendo una y otra y otra. Te juro, me sentía onda Pepito Tv. ¿Qué cómo lo conozco? A veces con mi papá vemos videos viejos por Youtube. Ya, al fin abro una puerta y entonces me encontré de sopetón con el vestidor. Vestidor pu, podís creerlo. La prima se estaba acicalando pa para ir a la pega. Era ropa cara, carísima, de Potros pa arriba, Rocksford, que sé yo, demasiado cullín. No cacho de marcas tampoco. Bueno, entonces yo tiré la toalla y en pelota me puse a curiosear su vestidor. Ver la ropa, los zapatos, los accesorios, mientras la prima me daba besos súper mojados. Ya, la cosa es que él se vistió, yo me vestí, me dio un último beso con agarrón de paquete incluido y me dijo que nos teníamos que ir. No me quedó más opción que obedecer. Yo me habría quedado toda la tarde en ese departamento. Y justo cuando íbamos a cerrar la puerta, el loco se acordó de algo. Entonces regresó como súper apurado y se metió a una pieza. Yo lo seguí de una y llegué a una salita. O sea, la prima le decía salita, pero para mí era una sala más grande que mi casa. El loco se sentó frente al computador y compró tinta roja para pluma en E–bay. Yo no cachaba na y puse cara de plop. La prima me dijo que necesitaba la pluma para escribir las tarjetas de su empresa, porque su familia importaba té de Ceylan. No, de Ceylan no, de Sri Lanca, porque Ceylan ya no existe. Onda todos los documentos de la empresa los firma con esa pluma tinta roja. No va a escribir con lápiz Bic pos ñaña. Y bueno, se puso a firmar unas tarjetitas con la pluma. Onda como tarjetitas cuadradas, chiquititas, bien bonitas. Espérate, espérate, Ayenawel. Aún le quedaba tinta en la pluma, pero poquita, por eso compró más. ¿Feley? Ya, después que firmó todos los documentos me pidió que le trajera una cosa de la cocina, una cajita que tenía allá. No es que me agradara tanto que me pidiera custiones, pero como había sido buena onda le hice caso. Fui a la cocina, abriendo muchas puertas, otra vez Pepíto Tv, hasta que finalmente encontré la caja. Aah y en su refrigerador, olvídate, tenía imanes de todas partes del mundo, todas las mapus. Onda había estado en México, Canadá, Irán, Francia, Japón. En muchos lados, te juro. Yo volví a la sala y él me empezó a contar de su familia, los negocios de su papá, que su abuela llegó a Chile con una mano adelante y la otra atrás, pero ahora manejaban todas las empresas de té del país. Lo que dicen los cuicos siempre pu, se juran esforzados y meritocráticos. Creerán que una es weona, si cuando llegaron los colonos al Wallmapu les regalaban cuarenta hectáreas, sin ningún trámite, y las mejores hectáreas, las que nos robó el ejército. En la que me fui, aah ya. Bueno, entonces la prima se quedó callada un rato, unos minutos quizás, y después me preguntó por mi familia. Yo le dije la verdad. Que soy mapuche, que vivo en Puente alto y que toda mi familia es del sur. No le dije sur, le dije Wallmapu. Incluso creo que le comenté que mi tuwun estaba en Galvarino y que estaba rastreando mi kupalme. También le conté que era primera generación universitaria y que mi familia estaba muy contenta. Y como él estaba callado, yo seguí hablando. Le conté que los veranos viajaba a Galvarino a ver a mis abuelos, que tenía una hermana menor a la que adoraba y creo que eso no más fue. Tampoco le conté mucho, o quizás sí, tengo la duda. A todo esto ya habíamos salido del departamento e íbamos en el ascensor, él con unas carpetas en la mano y yo con la caja que había ido a buscar a la cocina. Me sentía bien, fíjate, como con energía, mucho newen. La prima estaba rara, había bajado la cabeza, nerviosa, incluso se puso a toser. No, no eran ideas mías. Cuando llegamos al primer piso, el loco me dijo me gusta la gente culta. Nada más. Yo le contesté no soy culto, no todavía. Él se rio y preguntó ¿dónde estudiaste?, y yo respondí en mi comuna pu, en un liceo numerado, en la periferia de Santiago. La prima se volvió a quedar callada hasta que al final dijo Aaah, por allá lejos. Seguimos caminando al estacionamiento y ahí sí que casi me desmayé. La prima tenía un Audi. Sí, de verdad, ñaña, era un Audi. Precioso el auto. Yo nunca había andado en un Audi y pedí tres deseos. No mentira, no pedí ná. Los asientos, ñaña, eran tan suaves. Podría vivir en ese auto. Vivir y morir en un Audi ¿Te imaginái? En eso estaba yo, paveando jeavy, onda embobado con el autito y entonces la prima me preguntó mi apellido. Colipi, le dije, mi apellido es Colipi. Él se quedó como pensando. Luego carraspeó y dijo igual tienen hartos beneficios ustedes. Yo para mis adentros pensé ya va a empezar esta prima con la weá. Al final no me contuve y le contesté no he tenido nunca un beneficio, así que no sé qué mapuche conozcas, aunque supongo que soy el primero. Ahí la prima se incomodó y volvió a carraspear. Después dijo hay mapuches y mapuches. Y yo pensaba por la chucha estos huincas no paran de hablar webadas. Igual la situación no fue tan incómoda ni nada, no daba pa enojarse, no hubo tanto shade. Y fíjate que después hablamos harto, de otras cosas, de hartas cosas la verdad. Me contó de sus amigos gay. No primas ni colas, gay dijo; y me aseguró que eran todos de centro. Claro, de centroderecha pensaba yo. Sí, si ya sé que no existe la centroderecha. Después, la prima me preguntó quién era yo, qué pensaba de la vida, de la política, de las relaciones. Me carga contestar interrogatorios, así que fui al grano. Le dije soy zurdo y a mucha honra. Él sonrió y repitió lo que me había dicho en el ascensor me gusta la gente culta. Nada más. , si al final la prima no era tan facha. Me dijo que creía en la tercera vía, estado de bienestar, o algo así. Y en eso estábamos cuando el Audi dobló por una calle, en dirección a la plaza de armas. Entonces a mí me volvió a dar la pera.

Mi papá está súper mal, tomando pastillas pa hacer la pega. Nadie se imagina todo lo que han trabajo los profes este año.

Ya po, ñaña, íbamos camino a la moneda, por el barrio cívico, hablando en buena onda. Casi casi nos caíamos bien. Ya sé que no debo confiar en los cuicos, no me lo repitas, ñaña. De repente, voy cachando que había vallas papales y weás. Y claro, pacos y más pacos. A mí me dan miedo los pacos desde siempre y mucho más desde que a la panita, a la wenuy Esteban la encontraron muerta después de haber carreteao con unos pacos primas que se jalaban todo. Si pu, si la droga la sacan de los decomisos y hacen unas partusas gay gigantes en unas parcelas súper alejadas. Bueno, había tantos pacos que nos pillamos con una patrulla de frente y la prima cuica le mostró una credencial y el paco inculiable casi le hace una reverencia. Yo me sentía muy vip, muy facho por un día, de verdad. Y ahí, casi sin darme cuenta, vamos entrando a un estacionamiento y la prima va apagando la música y el motor. Durante todo el camino escuchamos Cindy Lauper, que a mí me encanta a todo esto. Ya bajémonos, me dice la prima y yo qué chucha, no cachaba na. Me bajé pu, con la caja en mis manos y la prima con su maletín y una carpeta. Ahí recién me pego la escurría, ñaña. Entramos al congreso nacional sede Santiago, o ex congreso nacional parece que se llama. Resulta que la prima era asesora de un diputado demócrata cristiano. Pero el loco era asesor porque le gustaba la política. De hecho estudió algo así, ciencias políticas. Podría ganar más con su familia cuica vendiendo té, pero las transacas le llenan el espíritu, aunque suene chistoso, en serio. No, si de verdad ganaría mucho más como empresario. Te digo que su familia es dueña de todo el negocio del té. Onda té Club, té Lipton, Supremo, Orjas. Si sé que el té Orjas ya no existe. O quizás aún hay en el supermercado, ni idea. Mi abuela lo tomaba, no hace tanto la verdad. La cosa es que esa caja que yo llevaba en mis manos era té pu; o sea, como una edición limitada de un té ultra caro. No es que yo fuera promotora del té ni nada, solo que como él tenía las manos ocupadas con el maletín y la carpeta, yo debía andar con el té. La caja no era pesada ni incómoda. A todo esto, ñaña, yo me preguntaba qué chucha andaba haciendo ahí, pero como no conocía el ex congreso nacional ni nunca más iba a andar por esos lugares, decidí que acarrear té no era tan malo. De verdad, ñaña, no me retís. Mira, la prima me dijo que el té era como un favor que le pedían algunos políticos, pero yo no le creí. Era su emprendimiento no más. O sea, tanto como emprendimiento no, porque su familia era dueña de todo el té de Chile. Pero esa edición limitada, exclusiva e hiper glamorosa era su emprendimiento, solo suyo, de nadie más. Él hacía todo, diseñaba las cajas, escogía las hojas, todo, al menos eso me dijo. Oye, si de verdad era cuico cuico. Ya, la prima me hizo un tour rápido por el ex congreso nacional, muy rápido sí, porque él tenía que entrar a una reunión. Me pareció tan solemne el ex congreso nacional, ñaña, tan imponente, pa arrebatarlo en weichan. Y todo majestuoso, fíjate tú: las alfombras, las lámparas, los cuadros, los acabados y la chucha del gato. Uno ni se imagina que existen tantas antigüedades y tan bellas. En realidad, uno sabe que existen y se las imagina, pero verlas es otra cosa, otra cosa pu. Amulepe peñi. Y justo antes que la prima entre a su famosa reunión, nos encontramos con algunos políticos. Eran tres hombres que estaban palmoteándose la espalda. De verdad, ñaña, no te miento. Parece que exagero, pero no, todo lo contrario. Y la prima les hablaba con voz de Miriam. Señor Boric le presento a un amigo, el señor Copihue que le trae un tecito. Honorable señor Jackson, saque una bolsita de té, le va a gustar y mire, este muchacho que me acompaña es el señor Copihue, un joven que quiere salir adelante. Señor Winter, ahí tiene un exquisito té, para que lo pruebe y si les gusta esta edición limitada me puede comprar, con toda confianza y fíjese que mi empleado es el señor Copihue, un muchacho que pese a todo ha logrado salir adelante. Y yo al lado corregía en voz alta Colipi, Colipi, Colipi; pero el cola no pescaba. Me estaba agarrando pal webeo, no más. Ahhh, si pu. Les ofrecía su producto a los del Frente Amplio, porque como son milenialls cuicos toman caleta de té y usan jabón orgánico y duermen en camas de cuarzo y weás. Yo estaba enojao, enrabiá. Nunca me ha gustado que se rían de mi apellido. Además esto de ser taxi boy, promotor, nana, lazarillo, qué sé yo, no era lo mío. No, pu. ¿Cómo que pifal lay? No pu, ñaña, na que ver. Ya se me había parado la pluma y si lo digo yo no es racismo. A todo esto nadie le compró té. De verdad, nadie. Onda todos los del Frente Amplio dijeron que andaban sin billetes y que comprarían después. Aparte de traidores son cagaos los milenialls cuicos. Mejor la prima les hubiera ofrecido anteojos chillones y de marco grueso o aceites esenciales con olor a bergamota. Ahí sí hubiera tenido éxito. Sí, si sé que la historia es fome. O sea, la parte sexual es re fome, pero la otra parte para mí fue súper entretenida. Al final la prima entró a su famosa reunión y me pasó veinte lucas. Yo me fui pa Puente alto, pa la casa y esa noche caché que el loco me había agregado a Instagram. Sí, si sé que debí pedirle más plata, hay que cobrar caro. El otro día vi a la prima en la tele. Ahora anda promocionando una aplicación que arrienda mascotas en pandemia. Si es más negociante. Igual vende té todavía, parece. Y fíjate, ñaña, que me llamó por celu cuando cumplí diecinueve y me wasapea o me habla por insta de vez en cuando. Igual yo le contesto pa que no me fune por mi falta de responsabilidad afectiva. No lo he vuelto a ver, en todo caso. Sí, qué paja, me pegué el medio ghosting. En fin, Ayenawel, estuvo bueno el nutram. ¿Te gustó mi historia? No es tan sexual pero creo que igual puede servir pa tu libro. ¿Cómo te sientes? Acuérdate, que debes contestar kumelekan. ¿Es un libro cola mapuche? Algún día lo leeré. Tenís que escribirlo, si pu, tañi chiñurra, de verdad, mira que yo no ando contando mis historias así por así. ¿Ahora vamos a hacer el delicioso? Se nos está haciendo tarde, ñaña, y ya tomaste suficientes apuntes. En una de esas me acuerdo de algo más y te lo cuento en el camino. Bakán conocerte, escritor, por fin está frente a usted el chico centenial. Ya no te enseñaré mapudungun por wasap, ahora en directo es la cosa. Pero como te decía, estoy tan chato de todo, de verdad. Ha sido un año ultra complicao. Aunque igual amulepe peñi, siempre amulepe.

Maldito gobierno, maldita derecha. Ya van a caer.

Son siniestros.





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