Por Romero Mora-Caimanque Aguirre
Para quienes asisten a actividades artísticas en Temuco, creo que se ha vuelto inesperadamente frecuente la existencia de una importante palestra de actividades a escoger cada semana. No es extraño que dos actividades que comparten un público común, se encuentren en el mismo horario, pero ¿a qué se debe esta inusual confluencia de actividades? ¿Qué ha cambiado en la red que conforman las artes de Temuco?
Si miramos al pasado, es claro que Temuco tiene un arte under, que aún vive y resiste. Su mayor visibilización fue reciente: la exposición “Trama y pulsaciones: una panorámica de una escena cultural”, gestada por C.O.A. (Coordinadora de Operaciones Artísticas) y curada por Gonzalo Castro Colimil. En esta, la adecuada distribución de los espacios permitió revisitar con calma 28 años de arte del Wallmapu o la Araucanía o Temuco. Mucho de este arte viene de una escena under. Reconozco el trabajo de Flekcha y Lorenza Aillapan, tantos años “expuesto” en Fentxen Mañüm (en realidad, basta con ir y ver las paredes de la Fentxen, todo es arte); la obra musical y visual pionera de Christian Collipal, tanto como pintor, como escultor y músico en Pirulonko (más que reconocida); el arte de Bárbara Gajardo y el colectivo Insistencia Colektiva, que ha posicionado un lenguaje performático y con ello poético e inquietante (como la buena poesía). Buena otra parte de ese arte —son 16 artistas— no me era conocida, la vine a conocer en la exposición misma, y quedé alegremente sorprendido por las obras, por ejemplo, de Marcela Huitriqueo, que refleja esa mixtura cotidiana del mundo mapuche: su urbanidad y su ruralidad (el campo, el lof, la warria, la ciudad…). Con justicia, la exposición se extendió un par de semanas extras, cerrando con una actividad musical y poética, donde destacó la presencia de Pablo Ayenao, Claudia Jara, Felipe Caro y Patricio Alvarado. Una tarde friísima, matizada con navegado ¿qué más under? ¿Qué más sureño?
La verdad es que sería irresponsable pretender abarcar todos los espacios y actividades que se realizan hoy. La vida es difícil (etc.) y el tiempo es poco para asistir a todos. Pero desde hace un par de años vengo siendo público (y en algunos casos puntuales, gestor o participante) de las actividades, por eso se me hace igual de irresponsable no detenerme siquiera un momento a pensar los distintos espacios y artistas que han propiciado esta nueva escena cultural. No abarcaré a todos, porque me es imposible, pero insisto, es importante visibilizar esto. Igual la clave mayor es una: Instagram. Ahí están todxs.
Por una parte, se encuentran los espacios de venta independiente. Me incomoda algo esta denominación, porque pese a que requieren la venta para seguir funcionando, son espacios que funcionan también como escenarios para las artes. Aquí se encuentran Eraseuntaller, Casa Nave, Espacio Furia, entre otros. Estos lugares de venta son también espacios en que se realizan tocatas, exposiciones de artes visuales (quizá lo más presente), menormente lecturas de poesía. Para acercarse al arte local no es un mal paso ir a conocer los emprendimientos de los distintos artistas en estos espacios. Detenerse en los trabajos de @ma_follie, @deltransitoarostica, @elelilolu, @paraiso_marmolado, @saturnaldo, por mencionar sólo algunos muy puntuales. Pero en estos lugares hay una decena de artes locales y de otras partes del país por conocer. Y si tienes duda de algo, conversar sigue siendo el mejor arte para descubrir algo más de lo que se está creando en el sur. Algo que hemos conversado con quienes mueven @eraseuntaller es que la revuelta popular fue justamente un punto de inflexión, a partir del cual aumentó el interés de las personas por el arte (especialmente dirigido a las letras; aparecieron las ganas de leer).
Por otra parte, encontramos las galerías artísticas e independientes: @espaciotriangulo, @casavaras, @komespaciocreacion. Estas apuestan directamente por la difusión de las artes. La performance, la música, la literatura, la muestra de proyectos e iniciativas, aquí tienen su mejor aliado. Lo importante aquí es la independencia: es hacer que las artes tengan la libertad creativa de la autonomía. Independiente de universidades e instituciones, aunque con estas se puedan hacer alianzas estratégicas (es un ciego el que cree que los artistas no trabajan con instituciones, fondos, etc.), en estos espacios sigue primando un espíritu de hacer algo distinto. Las salas pueden decorarse para cada ocasión. Las lecturas realizadas por Diego Rosas en Casa Varas han permitido agrupar a distintas generaciones de escritorxs; lo mismo en Espacio Triángulo que ha propiciado la presencia de las letras en su espacio; no se queda atrás la más reciente Espacio Kom, donde el arte de Lorenza Aillapan fusionada con las letras ya se ha hecho presente; de igual forma el trabajo de Insistencia Colektiva, donde Jorge Volpi deja ese sello de las letras. De aquí podemos saltar a los colectivos (eso sí, estas galerías están movidas y son sostenidas generalmente por artistas).
Una forma más difícil de existir artísticamente son los colectivos. Es difícil agruparse, más que compartir ideas y objetivos, compartir responsabilidades y acuerdos. Sin embargo, cuando esa asociatividad se hace posible las dimensiones del arte logran llegar un paso más allá. Si vemos el arte de Insistencia Colektiva notamos justamente esto: es un arte espacialmente mayor, humanamente más desafiante. Apuesta más alto, lo que siempre es riesgo, sin embargo, su trabajo ha tenido, por ejemplo, la posibilidad de internacionalizarse por lo mismo: por el sacrificio y el trabajo en conjunto. Creo que por ahí hay una vanguardia (la propuesta de un conjunto de artistas) en la que vale la pena detenerse: la estética que proponen es una lectura territorial y situada, a través de la performance. Podemos disfrutar, conmovernos con sus creaciones. También sus distintos artistas realizan talleres de interés para quienes se interesen de sus enfoques: @traducciones.delcuerpo @wewentxu.eli @piush.alexviaje999. También tenemos a Ficwallmapu que, desde Temuco, ha construido un evento de carácter internacional, que toma como centro Temuco, pero que también se expande con categoría por la región, el Wallmapu y el mundo. En las letras, la Biblioteca Comunitaria Guido Eytel, ha intentado propiciar esta alianza y agrupación de artistas. Esperemos siga dando frutos este espacio que tiene un trabajo de larga data. También la instancia “Temuco: poesía reunida” ha creado un espacio concreto para visibilizar las letras de forma presencial.
Podríamos sumar muchas otras actividades que son autónomas e independientes. Las actividades en los hogares mapuche siguen siendo una plataforma de difusión para las artes. Fentxen Mañun lo viene siendo hace mucho; en trayectoria y trascendencia, es quizá el centro cultural más importante, y no es extraño que con regularidad traiga y atraiga a artistas de cierto renombre (en los otros under; hace poco estuvo, por ejemplo, la escritora Esther Margaritas). También hay que detenerse en las actividades realizadas en la Isla Cautín. Son frecuentes las tokatas organizadas por colectivos de punk o raperos, o rockeros. De igual forma la Fabrika era un espacio para estas actividades, pero rara vez asistí a este lugar, así que no tengo demasiado que comentar. Por último, mencionar al bar @aca_pulko_temuko que también se ha convertido en un espacio importante de realización de actividades (además la música es buena, y en general es mucho más económico que la mayoría de los bares de la ciudad).
En paralelo a esto, están las actividades propiciadas por las instituciones de siempre: Museo Ferroviario Pablo Neruda, las distintas bibliotecas (pionera sigue siendo la Biblioteca Galo Sepúlveda), yo destacaría de sobremanera el trabajo del Centro Cultural de Padre Las Casas (que en apertura a propuestas nuevas y técnicamente avanzadas —es un placer la acústica y el sonido—, a veces me parece opaca a Temuco), el de la Universidad Católica de Temuco y de la Universidad de la Frontera (que como universidades públicas cumplen con su deber de propiciar y ofrecer actividades y galerías/exposiciones de arte; en la primera destaco la propuesta del pianista Joaquín López, que apostó por visibilizar —en el aula magna— la música de Studio Ghibli, de Zelda, Digimon, entre otro arte japonés); creo que la Universidad Mayor también ha tenido una cartelera activa los últimos años. Finalmente, me parece que algunos espacios privados podrían destacarse, por mi parte pienso en Festhaus, que ha traído a importantes artistas a la ciudad (aunque hay elementos que pueden mejorar; como la calidad de sonido en relación a los costos que paga el público, y la calidad y diversidad de productos —comida y bebestibles— que ofrecen a precios demasiado altos). Les aseguro que se me pasan muchas instancias y creo que lo importante está más bien en los espacios que menciono antes de este párrafo (no he mencionado —por desconocimiento— la escena del teatro).
Desde mi humilde posición de escritor y director de una editorial independiente, me surge la pregunta de si las letras pueden aprender de estos espacios, de todas estas actividades, de estos distintos artistas. Quizá ya está aprendiendo, y yo asumo una posición didáctica que no me corresponde. Muchos de estos vínculos los mueve la generosidad y las ganas de hacer y visibilizar lo distinto, lo que lleva esfuerzo y sacrificio. Creo que el arte avanza lento, que es arriesgado encerrarse en lo propio y que, aunque no es nada inválido, impide nutrirse, o realizar una fecunda simbiosis con otrxs. Sin duda, para las letras, es factible trabajar con artistas visuales, con músicos, con la performance, con técnicos, y se está haciendo. Esperemos que el tiempo deje obras para el futuro, ahora obras vivas pueden “visitarse” cada semana en el ni tan pequeño Temuko. Y esperamos también que las fuerzas no mengüen para resistir contra la maquinaria económica; no siempre se “paga” por el arte, y, sin embargo, los espacios deben pagarse para que puedan persistir y mantenerse adecuadamente. Como dice @deltransitoarostica: consume arte. De todos modos, antes de “consumir”, el arte persiste y se amplía: porque hay personas dispuestas a apostar a que el arte es valioso, más allá del dinero. Sin duda hay una escena artística viva, compuesta por artistas con trayectoria y otros que recién dan sus primeros pasos, porque pese a que Temuko es helado, húmedo, violento, gris, tiene muchas diversas luces que siguen iluminando sus cuartos, sus calles, sus cielos, sus rincones, las almas, los cuerpos.
*Agradezco a Elena Romero, que leyó, corrigió y complementó estas líneas, y a Lorenza, Paola y Pamela, que leyeron versiones previas.
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