Sebastián Gómez Matus (Osorno, 1987) es poeta y traductor. Ha publicado las traducciones Fin del verano, de Chika Sagawa (Abducción 2020) y El Libro de Joshua de Zachary Schomburg (Komorebi, 2020). Es autor de PO, La Constitución Borrada (2020). El 2019 recibió una Mención Honrosa en los Juegos Florales Gabriela Mistral por este libro.
Los siguientes poemas pertenecen a su libro Animal muerto (Editorial Aparte, 2021).
Una escultura
Dejo correr el agua diez días.
Miro correr el agua diez días.
Cuando la tengo hasta la nariz
nado por la casa a cortar la llave.
Compruebo el sellado.
No hay filtraciones.
El amor podría estar allí
como una plaza
en un campo magnético
una concha de loco
que aguarda cenizas.
Un hueso vacío por donde transita
la humanidad en miniatura
un viaducto que nos conduce
fuera del planeta.
La pata de un pájaro
que con tres o cuatro notas
hunde al espacio.
A la joya de Sófocles
Sobre el pasto
parece haber llovido sangre
pero es la mirada de todos.
La sangre pestañea y borra
pájaros cuyas sombras vuelan
independientes de la escena.
A pesar de ser una mera proyección
de algo ya ausente
hacen una pira alrededor
de la tumba que comienza a flotar.
A ratos parecen flores
cada tanto un rito extraterrestre.
El cielo parece haberse despegado
de la tierra
de la misma forma que la sangre
nos mira cuando brota.
Lo que chorrea al borde
de esta chinampa
son los borrones de un mundo
anterior a la imagen.
cc
Estoy frente a un lugar
que no tiene lugar
sino su sombra.
Amago tumbas
las esparzo sobre lomos
de lobos recién nevados.
Miro la luna y camino
como si estuviera en la pieza
cubierto de gasa para tapar estrellas.
Escorzo de Sófocles
En una planta tienes una cerradura medieval
donde se ve a dios bailando dentro de sí.
En la otra tienes un espejo de mano
donde se ve una planta llena de manos
que dicen hola y chao al mismo tiempo.
La llave está en el persa
y tiene forma de lluvia.
La mano habría que encontrarla
sobre las cenizas de la ciudad
después de todas las palabras.
No hay manos para tus plantas
la poda aquí es quema y entrar
a la casa es salir del mundo.
Un perro puede ser la llave
(recorre el parque sin apagarlo)
y el espejo un silencio de meses.
Tus trabajos (que son tu prótesis)
más que ruinas de museos histórico-nacionales
son la acumulación de un mundo saqueado
en nombre de dios que baila fuera de sí.
En escorzo se ven los gallos de vidrio
que el sol vomita, desde aquí pareces
un lago donde las montañas beben su reflejo.
Lipograma
La luna de mi patio
laquea los álamos del patio vecino.
Heroína de las cosas, nupcial
el álamo raspa las murallas
de los edificios fáciles de imaginar
derrumbados, uno que otro grito
ahogado en los materiales.
Al día siguiente: un brazo, miles.
No hay madre comparada
a la luz de un sueño.
Sin embargo cuando la luna aparece
nos devuelve a Li Po
azumagado en un cráter
cada vez más borracho.
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