Nació en San Felipe en 1974. Actualmente opera desde el Taller de Oficios del Libro Xilema Ediciones, en el valle de Aconcagua. Ha publicado Con la razón que me da el ser vivo (poesía, 2002, Ed. Centro Almendral), De profesión ahogado (plaquette de poesía, 2015, Ed. Casa de Barro. Precavidamente hablando (poesía, 2012, Ed. Inubicalistas) y Escoriales (plaquette, 2018, Ed. Inubicalistas).
DE PRECAVIDAMENTE HABLANDO
Cámara
El ojo ve lo que su hablante ve o el hablante del ojo se limita a describir lo que éste mira. Podrían (o no) discutir sobre la profundidad el lío que separa esa imagen
de su ritmo interior.
Pero el ojo no traspasa la materia y el hablante sólo se detiene en la carne de la muchacha que el ojo fija en su retina o lo árido del paisaje después
de la última sequía
pero pasa de largo el saqueo
el hambre y la desesperación a menos que el hambre y la desesperación
se pongan en valor político
y las cámaras de televisión y los flash
fijen a los soldados del Ejército de Chile
fusil en ristre
cargando cajitas con ayuda humanitaria.
Gobierno de Chile se lee a un costado.
El ojo enfoca la palabra Chile.
El hablante teoriza que Chile es
entre otras cosas:
país en progreso que deja mucho que desear; vaina urticante de solanácea
con forma del país, en voz mezcal; palabra de cinco letras y dos sílabas
de origen difuso;
una vieja larga y seca que le corre la manteca. El ojo es una cámara y el hablante se limita a narrar simulando vivenciar la tragedia
que el primero registra. El hablante se sabe limitado en su capacidad de acción
calle
y conocimiento empírico pero sus ansias de comunicación
se arremolinan
haciendo zigzaguear al ojo sobre el momento tanteando a ciegas su real profundidad. Un ojo podría fingir estar y ser una estatua una cámara de vigilancia
o un guardia de seguridad El hablante podría cacarear eternamente
de su profundidad.
DE ESCORIALES
Fin de faena Grandiosidad del sacrificio viril
que llevamos a cabo
para entrar en vereda.
Los riñones fajados y
una carcajada desdentada al uso;
costumbres tribales y groseras
si el pan trabaja para ser solo eco
de un sacrificio bien pagado.
Orgía laboral
reglas de uso
el aliento resoplante y rabioso
las llagas que hacen silbar el aire
y el imponente sol de postal
que hace mella en la curtida piel
a falta de filtro solar, olor a vainilla;
el sudor medido en lágrimas
la sed, el hambre, la deuda
un buen asado de fin de faena.
Rechinantes
El juego comienza en el acto
reinando una paz
irreconocible en este ambiente
en los contornos de una ciudad
donde la palabra “fiesta”
es un tótem de marear huelguistas.
Despertamos por un sermón
proferido en un corro de madres;
goznes rechinantes a la intemperie
sonido de tijerones flemáticos
chillido de bicicletas herrumbrosas
(todo con fondo de masa-tecno-tropical).
El pago de Chile, dicen
es una carcajada desternillante:
ni conciencia ni orden social
ni derecho al ocio, si se entiende.
¿Y cómo encajamos ahí;
nos encontraremos oteando
paraísos perdidos
sobre máquinas descompuestas
y su horizontalidad tediosa?
Chile sube y baja
y su pueblo se disloca el hombro
por comer a hurtadillas el banquete
delirante de este exceso.
Mariguanzas ante rudos camioneros;
bonzos en las puertas del municipio;
banderas y pañuelos flameantes;
performateo bailable
al ritmo del chimbombo
al son del organillero
y su lorito tricahue
que pondera,
con un papel en la urna, el futuro.
Rictus Cabeza ladeada
y una mano abierta
—juntas—.
La muñeca quebrada en 90º
un antebrazo rígido y erecto
afligiendo, por el codo
un muslo entumecido.
Un remedo al “Pensador” de Rodin
un rictus digestivo y mal pensante.
Pero pasa que apenas se reduce
a un escarceo a la derrota.
Esta imagen elocuente
que sube por un muslo entumecido
hacia el rígido antebrazo
que termina en una frágil
curva de muñeca
donde pareciera brotar una mano;
todo soportando débilmente
una cabeza que quiere imaginar
cómo ganarse la vida
y no puede.
Fototrópico
La luz del sol acá no es un milagro.
La línea oblicua de sus rayos
entrando por la única y sucia ventana
no es ninguna maravilla.
El ritmo endemoniado
entre millones de partículas de polvo
cuando una mosca pasa
por el bloque refulgente
tampoco un suceso mágico.
El fototropismo
del Philodendro longifolio
que se estira desde el refri
en busca de energía luminosa
mal podríamos llamarlo un prodigio.
Porque acá los milagros no suceden.
Lo más parecido a este fenómeno
es una vieja sola, de edad inefable
bajando de un trago su infusión;
y este sucio rayo de sol atravesando
la translúcida conjunción
de vaso y mano como un láser.
Corte
La calurosa tarde
se ensaña con rojos violentos.
En la tv
la imagen de un parto sanguinolento
en vivo y en directo a la hora del té.
Los ojos fijos en el origen de la vida
y sus discutidos misterios.
Sin lograr pestañear
el jefe de familia unta un pedazo de pan
en la ensalada de tomates;
sin embargo la escena
es cortada por la censura
a la hora del corte umbilical.
Después de la pausa
—a excepción de la madre—
la familia vomita en los restos
de sus platos de sopa.
Aunque indolente la mayoría de las veces
esta madre se compadece de su casta;
a duras penas, a regañadientes
decide cambiar de canal.
19:30
Mirar sus párpados abrirse
a cada empellón en la micro
mientras aferra con el brazo libre
su chaleco roído y su marmita vacía…
Sufrir por eso es lejana empatía.
Solo eso.
INÉDITO
Forma fotográfica
Según el manual fotográfico
de Michael John Langford
la fotografía aísla un segundo del tiempo
y es el hábito el que enseña a elegir ese instante.
Es preciso aprender a anticiparse
y ver lo que verá el aparato en el click
la exposición.
Por otro lado el ojo ve al movimiento como cambio
y representarlo en una fotografía siempre será complejo
pues hay que recurrir al emborronamiento.
Y a pito de nada se pregunta:
¿Cómo fijar la panorámica social imperante
en las imágenes de un poema?
Haciendo un zoom al conflicto, desde lejos
Sobreexponiendo un patrón social determinado
Aislando una triste verdad
Componiendo un cuadro de hechos objetivos
para engendrar realidad
Enfocando la indigencia con un ojo cerrado
Revelando el negativo de la sociedad de consumo
Ampliando la miseria del autor en primera persona
Reduciendo la miseria del autor en tercera
Sacando de cuadro al poeta
Encuadrando al prójimo
Combinando los ángulos de reflexión mencionados
Emborronando la perdiz con gerundios?
Buenos poemas de Patricio Serey, me puedo imaginar que como él hay much@s que escriben y no publican, el sentido de las revistas literarias es animar a escribir y publicar. Valparaíso es una verdadera mina de vetas poéticas, capaz de animar a la población a cantar a la ciudad, a sus gente, al trabajo. Yo no puedo entender cómo es que hay tan poco tráfico literario en la ciudad, tan pocas revistas electrónicas.