Luisa Aedo Ambrosetti (San Antonio, 1982). Poeta. Es Profesora y Licenciada en Filosofía y Educación. Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana. Actualmente candidata a Doctora en Literatura Hispanoamericana Contemporánea en la Universidad de Playa Ancha. Temas de interés en investigación: poesía de postdictadura y género testimonial de dictadura y postdictadura. Participante de lectura, declamación y actividades culturales, principalmente en la V región. Poemarios publicados: Desierto marino (Edipos ediciones, 2018), Desmarejada (Ril Editores, 2020). Participación en antología latinoamericana Te quiero mi cielo (La Fonola cartonera, 2019) y antología de poesía feminista Poesía en toma (Ediciones punto G, 2019), entre otras publicaciones en revistas nacionales e internacionales. Ganadora Fondo FiCSA 2018 y 2020 de creación literaria. Consejera editorial y colaboradora en Revista de Literatura WD 40. Editora en Revista Ciénaga.
Los siguientes poemas pertenecen a su libro Desmarejada.
Cementerio
Jugar demasiado en el cementerio
devela que no hay ningún enigma
salta de tumba en tumba
y curiosea sobre
los nombres de los niños
nada pasa
En la altura un eterno
mirar a la mar
así en calma
–Nunca digo a veces–
Sola/me devuelve al silencio
La boca abierta
Perdí la cuenta
de las veces que el viento
voló el techo de esta casa
El cansancio Muestra ojos incrédulos latentes
pero en agonía de mí La brutalidad no descansa abre puertas cierra ventanas revienta a sillazos la niñez
De los ojos sólo nace algo nuevo en la despedida son ellos los que duelen.
Los ojos sangran Mejor clavarse repetidamente las yemas de los dedos
Postparaíso
Nadie quiere llevar el nombre
de una hija sin madre
Ximena Rivera
Ya nada precisa
ser nombrado
las cosas abundan
en su desperdicio de ser
Nadie ya quiere ser nombrada
con la historia ardiente
de los árboles
Podría concebir algún hijo frutal
que me insertara
en el postparaíso
Podría afrontar el mundo
con más manos y dedos
para cubrirlo todo
Sin embargo,
la savia calma mi querer
ese que sin tiempo
ya no viene cuando
se acerca la tibieza.
Ya nadie quiere llamarse Eva
–decía Ximena–
Quizás ahora sí alguien quiera
envolverse en los nombres
y ser la madre de los asesinos
en otro tiempo
más ajeno y severo
y sin ninguna tentación
que de la excusa a dios para caer
a las hijas de las serpientes.
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