Garza de los Dolores nace en Temuco el año 1999. Pertenece a la Triada Severlaísta, grupo detrás del proyecto KUMA (Revista Kuma y Ediciones Kuma). Reside en Padre las Casas y sueña con ser sepulturero.
Los siguientes poemas pertenecen a su libro El gusano (Ediciones Kuma, Temuco, 2022).
Y EN ESTAS HORAS
en las que sirvo este puesto de ciego caminante
y las tinieblas acarician mis cabellos
quisiera pedirles que miren mis manos
porque han sido ellas las encargadas de construir los infiernos
y presten atención a la palabra agonizando a mis pies:
pronto estará muerta
yo la habré asesinado
Incontables veces los asesinos han derramado la sangre de los inocentes
y todas esas veces el asesino he sido yo
yo soy el ensordecedor llanto del cielo
la avalancha sangrante del horizonte
y es mi deber ofrendar el puro corazón de las bestias a la negra muerte
y acabar de una vez y para siempre con los terribles siglos del dolor
Hoy los ángeles temen seguir mi camino
porque han visto los crepúsculos florecer tras mi paso
porque me han mirado a los ojos y se han estremecido
y entre gemidos pronuncian mi nombre
y tropiezan, y caen, y mueren
y se encuentran los unos a los otros con sus ojos fríos de muerte
No cometan su mismo error
porque las cosas quietas romperán su silencio
y el aullido de las montañas hará caer todo lo que es sagrado
y ustedes pedirán no tener oídos, pero oirán
Yo soy el gran gusano que ruge recostado sobre las nubes
el universo es el lienzo sobre el que me echo a llorar
y aquí reclamo mi derecho a sepultar mi grandeza
a convertirme en otra herida entristeciendo el rostro del firmamento
y a beber, insaciable, la sangre de la historia universal
No se confundan,
la rosa encontrará la manera de florecer otra vez
las hierbas sonreirán, herejes y vanidosas
y sobre el eco del silencio los árboles danzarán
como los únicos maestros, como danza el viento
al son de mi quieto respirar
UNA NOCHE, DISTANTE Y MORIBUNDA
arranqué de mi rostro el velo escarlata de lo amargo
y lo enterré bajo ese tintineo que nos dice
que se han roto todos los espejos del alma
Esa noche, cavé la solitaria fosa de mi sueño eterno
y arrojé a ella todo lo que una vez fue llamado dolor
Y no fue sino hasta entonces
cuando la danza de los astros dolientes regaba mis ruinas con su luz
que llevé a mi boca un puñado de tierra
y me recosté imitando la postura de los muertos
y olvidé las blancas avalanchas del horizonte
y olvidé la marcha de los ejércitos celestiales
y oí, por primera vez, el llanto de la hierba que florece
y el tambor funeral que hace temblar los siglos
cada vez que muere, a lo lejos, un pequeño universo
No he visto rosa alguna florecer en los desiertos de mi alma
no han tocado mis dedos la liviandad con la que las nubes inundan el cielo
ni han caminado descalzos mis pies por los viejos jardines de la belleza
Pero sabe Dios, sentado triste en sus tronos celestes,
que he intentado escribir los paraísos
y que no he encontrado sino los infiernos
y sabe Dios, sentado cruel y ciego sobre el dolor del mundo
que le he rogado arrancar de mi olfato este horrible olor a muerte
y que él ha hecho oídos sordos a todas mis plegarias
Aquellos a quienes he amado sabrán perdonar, entonces
cuando de pronto, en un descuido
lloro, me callo y digo:
no he visto rosa alguna florecer en los desiertos de mi alma
HE OÍDO LA CONVERSACIÓN DE DOS PERROS EN LA NOCHE
sospechan que se avecina el fin del mundo
y se preparan para comerse vivo al mesías
y tal vez reinar por dos mil años sobre la tierra
dicen que no les interesa ser arrebatados
que lo suyo es escarbar y escarbar en la basura
reclamar el derecho a saciar el ardor de sus estómagos
y despertar a quienes todavía se atrevan a creer
que las noches son para soñar
dicen que si aúllan mirando a los cielos
es porque saben que la noche espera inquieta la hora de derrumbarse
dicen que un día se cansarán de ser perros
y que las jaurías del mundo se levantarán y se convertirán en el viento
y que arrasarán con las ciudades
y darán banquetes con los huesos de la civilización
dicen, mientras engullen desperdicios
y la luna quiebra sobre ellos su indiferente rostro de castigador
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