Por Ricardo Herrera Alarcón
Conversamos con el poeta Patricio Gutiérrez (Temuco, 1972), a raíz de la publicación de su título más reciente, Desamores, libro objeto en el que se mezcla poesía y pintura y que el autor acaba de presentar virtualmente. Patricio, o Patogú, es un poeta de aquella escuela que cree en la cofradía cotidiana, en el respirar la escritura sin apremios y en la ciudad como una página que se lee y escribe a diario. En el siguiente diálogo nos habla un poco de ese Temuco antes de la pandemia, de los autores que lo han definido y de la importancia de la lectura para la formación de un escritor.
1. Tu poesía se mueve entre el erotismo de Los Jardines del sátiro, la búsqueda de la identidad territorial en Agua de Temu y la conciencia de la fugacidad del amor en Desamores. ¿Hacia dónde se dirigen hoy tus preocupaciones estéticas o son estos los temas que te interesa seguir abordando?
—No creo tener definidas mis preocupaciones estéticas, pero sí te puedo decir que como casi todos, en todas las artes, busco la belleza y como entendemos que la belleza es subjetiva, entonces existe la posibilidad de abordar el arte desde donde la emoción se lo proponga. En poesía se puede ir y venir sin muchas preocupaciones de ese tipo: en lo personal pretendo que mis poemas procuren el ritmo y ser fiel a lo sentido. Construyo mis poemas en un silencio divagante, escribo un poco, luego los dejo macerar, por así decirlo, y los retomo en la medida que reaparecen. En Los jardines del sátiro expresé una visión erótica de la vida, los dulces placeres del amor y la carne, como un hedonista medio frustrado. En Agua de Temu (inédito) quise hablar de Temuco, descubrir en mis poemas, como bien tú dices, una identidad, mirarme desde la ciudad y hablar con ella, para arrinconarme en sus esquinas abiertas, para dejar una visión de las cotidianeidades champurrias del Temuco que tanto quiero. En Desamores, un poco en serio, un poco en broma, pretendí advertirles a los enamorados la otra cara de la moneda de aquel sentimiento que tanto ilumina el rostro de los amantes. Tengo otros libros inéditos que quizás no conoces y de los cuales también quisiera decir algo: en Klamaciones, quise jugar corrigiendo ejercicios de escritura automática. En Nada, meditar sobre la muerte y el tiempo. En La piedra cuadrada, mi primer libro, no pretendí nada, solo me buscaba para hallarme. Hay otros trabajos a medio terminar y tan pretenciosos como los que te enumeré.
2. He visto como autores importantes en tu quehacer literario las figuras de Fernando Pessoa, Pablo de Rokha y una tradición literaria que arranca en el romancero gitano de García Lorca y la tradición romántica nerudiana. ¿Estás de acuerdo con estas afirmaciones? ¿De qué otras líneas de trabajo te sientes deudor?
—No me siento deudor de ninguna línea de trabajo, nada le prometí a la literatura y nada puedo deberle. Leo en la medida de lo posible y casi solo poesía. Creo, eso sí, que una gran parte de los poetas son los libros que han leído o los libros que se leen hacen en gran manera al poeta que somos. La lectura, sin duda, ayuda a ampliar considerablemente el ángulo de lo que observamos cuando escribimos.
El portugués Fernando Pessoa es mi poeta de cabecera, con sus heterónimos hizo un maravilloso click en mi manera de ver lo poético. De los monstruos chilenos, ¿qué decir?: el martilleo metálico de Pablo de Rokha , el oleaje de Gonzalo Rojas, el larismo sagrado de Jorge Teillier, la claridad de Nicanor Parra, Neruda puede ser un faro o una sombra pesada que oculta, no a todos, pero sí a muchos el sol poético que ilumina. En resumen, intento afirmar que no se necesita mirar muy lejos para dejarse influenciar.
3. Una característica de tu producción literaria ha sido la lentitud y lo espaciado en tus publicaciones. Explícanos los motivos y fundamentos de esta forma de abordar la literatura.
—Nunca he sentido la necesidad o la obligación de escribir mucho o escribir todo, tampoco creo que todo sea publicable. A veces escribo claramente poemas muy malos, tanto que lo de poetastro me vendría de perilla. Muchas veces soy más poeto que poeta y me dejo navegar a la deriva como una barca cargada de ideas en mares inexplorados, que me llevan a todas y a ninguna parte. Me gusta dejar volar tardes enteras la cabeza con alas extrañas en busca de tus propias evidencias, persiguiendo inexorables verdades para sufrir o dudar o sonreír o lamentarte o sencillamente por el placer de saber que estás pensando y sintiendo en tu interior certezas tan sólidas que ningún Buda se atrevería a cuestionar. O dudas tan exquisitamente decidoras que sería imposible considerar tu existencia algo serio y no escribir nada, muchas veces soy más poeto que poeta y me gusta serlo y no serlo. Holgazanear dirán algunos, yo no sé si se podrá holgazanear también en verso, pero ponerles alones a tus emociones diarias o dejarse llevar por un huracán, girar sobre ti mismo una madrugada cualquiera también puede ayudarte a escribir tres o cuatro versos medianamente buenos, lo que me haría de alguna manera un poeta.
He escrito y publicado poco porque pienso que poeto, poetastro y poeta son de alguna forma lo mismo. A veces se esperan muchas nobles cualidades del poeta, que claramente no tiene por qué tenerlas, se le atribuyen al poeta obligaciones que no le pertenecen y en algunas situaciones hasta se le sobrevalora. He escrito y publicado poco, básicamente porque no me considero un escritor ni tampoco lo considero vital. El oficio de poeta tiene que ver, creo yo, también con el silencio y con la tranquilidad de saber que nadie espere nada de ti ni de tu poesía.
4. Durante algún tiempo fuiste promotor de lecturas públicas que intervenían los espacios de bares típicos de Temuco. ¿Qué importancia le adjudicas a ese trabajo de intervenciones? ¿Crees que es una forma de acercar la poesía hacia otras audiencias o era simplemente la búsqueda de nuevas (o antiguas) formas de comunión entre pares, la restitución de una bohemia un tanto perdida en esta costra de cemento (para usar la expresión de Teófilo Cid)?
—En ese entonces no solo les hacía a las jarras de tinto, sino que también al roncola y a las piscolis y me gustaba emborracharme con los amigos y con los amigotes también. Bueno, todavía me emborracho, pero ahora solo y con puro vinito tinto. Dejé los destilados, me ponían a ratos muy mal. Participé de hartas y variadas lecturas poéticas en bares y cantinas y sedes sociales y multicanchas y milongas varias, lo volvería a hacer y con gusto dependiendo de quién me invite, hay que dejarlo claro, y hasta me bebería alguno que otro destilado si no me cuidan.
No sé si estas “intervenciones”, que tú llamas, eran importantes, pero sí necesarias, por todo lo que tú preguntas, por lo que asevera don Teófilo Cid, principalmente para acercar la poesía a otras audiencias, también para compartir con los pares, conocerlos y cerrar cofradías que nunca se cerraban, para compartir ritmos y copas con los músicos locales, porque la cosa era también con guitarreo. Recuerdos quedan de aquellos tiempos: reíamos, cantábamos ebrios de alcohol y poesía, habíamos leído nuestros poemas y nos sentíamos orgullosos de aquello, como vanidosos por la misión cumplida, nos profesábamos malditos y angelicales, éramos jóvenes y nos sentíamos libres y no hay nada más joven y libre que un poeta joven.
De LOS JARDINES DEL SÁTIRO
Convite
Ámense beso a beso la boca y la mejilla.
Bésense en los labios cuando quieran ser besados.
Ámense como ciegos,
con los tercos animales corporales
que la divinidad ha dado.
Que use la mujer al hombre
y el hombre colme feraz
a la desnuda hembra.
Que use la mujer al hombre
y embriagados como el aire
baje el tropel jadeante
de caricias y suspiros.
Ámense en la presencia carnal de ser cogidos,
indistintamente colocados
sin horizonte sin norte y sin retiro.
Que la desnuda piel y la escarlata carne
reciba al nervio grana
al galope palpitante de mugidos.
Ámense hasta que postrada la carne quede
y curvas las espaldas
se derrame el cielo en el olivo.
Hamlet erótico
No hay drama a la altura de mi fuego
mi frígida Ofelia.
No es drama mi huerfanía, mi locura
no es drama, mi egoísta Ofelia.
Mi larga desdicha nada
en el universo infinito de no poder tocar,
de no poder tener
aunque fuese un segundo toda tu naturaleza
y tu gracia Ofelia.
Sufro mi graciosa niña.
Licencioso huelo tu fragancia en mi desvelo
y es de oropel mi franela.
Descubre mi capa de terciopelo piel
por favor Ofelia.
Que no urge hoy la muerte,
ni el profético venir de las estrellas.
Que no urge Dinamarca ni su sombra,
que no urgen.
Urge el fuego delirante que sostiene a la par
el mar y las mareas, el hambre urge;
el hambre que por piel
día y noche
lasciva el cuerpo; el rapto urge.
La piel y la carne urgen
mi insensible e ingrata Ofelia.
¿Amar o no amar?
Pero no amar es morir
Y yo te amo tanto
Ofelia.
La boca del amor
Besen la boca del amor besadores.
Líbenla, libertinos.
La rosa furibunda, flor del paraíso
puesta ahí solitaria
donde comienza y acaba
lo verdaderamente sentido.
Bandidos citadinos
con lengua de fuego y plata
caten el fémino mosto.
Liben sin temor
al personaje principal
del jardín la rosa,
tómense por asalto
tallo, pétalos y pistilos.
Canción del héroe
Pasivo encontraras al héroe después de tanto amorío
en tan acalorada noche.
Tranquilo, mínimo
al que una vez fue el perfecto nochero
que atendió presto tu más
zalamera vehemencia.
Reclinado
Alicaído
incapaz de servir otra vez la mesa
en que banquete y sueños fueron servidos
hallaras tú al cuatro letras.
Sin embargo, recurrir querrás.
Sin embargo, recurrir querrás otra vez al estrépito
al jubiloso chillar del antiguo camastro
cuando acabado ya el festejo
y hartos ya los comensales,
flojos querrán dormir también
los cantineros.
A propósito de glorietas
Bajo el tibio fulgor de tu envés, la caverna.
Braserillo cóncavo oculto entre tus gracias,
Ofrecido a mí, peregrino,
En jubilosa contienda malva.
Dinámica roja sierpe en helénica cavidad parda.
Oh! caldeado candil de tus espaldas
Oh! negro testuz de cabellera larga.
Ulula curvo el delirio junto a la rubí cañada
Y la oquedad lacera el candor de mi carnada.
Insistente.
Insistente amor verdugo,
Indigente asilo, bendita flama.
Oleada tibia que desborda blanca
en el umbral de la entregada playa.
Bajo el tibio fulgor de tu envés,
la caverna.
De KLAMACIONES (inédito)
Klamaciones
Ni es el propósito imaginar ni es el propósito ser
Seguramente puedo levantarme temprano en la mañana y ser de sobra
el catálogo de un hombre,
puedo ahuecar el ala y creer que no contengo referencias
que se ajusten a mí, salvaje, como una herramienta
Puedo ser macho y caminar desguarnecido como una hembra
ser de oro
de escondido oro en el arete de la monárquica España.
O ser de cera
envuelto y en el amor
Sin humillaciones ni decoraciones
hay un sol escondiéndose como un loco entre mis piernas
Con el dominio de su luz
interponiéndose a este gozo
destar aquí
frente a la ventana de un planeta de alguien
que logra escabullirme en su pensado
Con mi indeciso pie
usándome como un incierto zoom
Me acerco y me alejo.
Y me retiro absolutamente cansado de mi extenso viaje
a mis aposentos de la estética y me vuelvo a acercar
Lleno de astros y Vía Láctea
(Creo que la Vía Láctea no es más que otro techo sobre mi techo)
Y entonces propongo
Como un niño
Con el cabello recién cortado
Propongo.
La poruña del dolor rempuja la gracia latinoamericana
y no es verdad lo que es cierto.
El color es tiernamente petrificado en el grito
Pero del ave
El trinar es del viento
igual que el magnetismo flotando en lo morado
parecido al cristal de un loco instante
Palpable desde lejos
Invisible junto a mí
Pero cerca
Así veo al Cósmico habitante de un territorio que es
Desde sus inicios un cielo lago
Me recuesto
me levanto
me alzo
Y vuelvo a ver como se hace y deshace
Y no todo es éter
Pues un cacique guiña un ojo,
Pero al gallo amarillo del este
Para que se desarme o se arme
O se haga sueño o quizás que cosa
Se haga dentro de lo que soy expectante
Pienso en mí
Y todo toma forma.
Entonces la piel se hace clave
El día domingo la mesa servida con toda su torpe ceremonia se hace clave
El rito del hombre frente a su sueño
La llama del fuego de antiguos hombres esperando este momento
El dibujo
La bestia inventada por el cielo
El miedo creado por el signo y otra vez el cielo
O el animal o el esclavo.
Todo esto no es otra cosa que
estatuas de sus propios mismos superiores
Rito real de lo imaginado
Dioses
Dioses privados de serlo
O sencillamente Otro
Otro que regresa cargado de los pueblos pasados
Otro de múltiples miradas
Y sorpresa altiva
Otro que es único
por la sencilla razón de estar parado frente a mi
como un loco
Conmigo, mirando
Con la tranquila sensatez
de unos ojos que perduraran hasta lo necesario
Afortunadamente
Ella dulcemente inclina su cabeza
Y me saluda.
Sea el fuego
La tierra sea
Sean las aguas
Sea el mundo real por fuera
Con todo lo que aquello significa
Sea el invierno con su parecido con la palabra infierno
Sea el color del perro
La nueva forma
el nuevo ojo
Apropósito de ojo
Ahora
Con la mitad de un ojo escucho
Y con la otra mitad del otro ojo
Recito un poco.
La breve vigencia de lo exacto
me condena a lo poético
La soledad que me deja el sosiego
yo lo hago escritura
lo hago inquieta pluma redescubriendo lo que pienso entero
lo que sueño entero
lo que creo entero
lo que dibujo más allá del croquis oculto que son mis ojos
y lo obtuso de la problemática que es lo laborioso.
Porque la verdad no es un intento
Un río puede serlo
La cordillera con toda su magnífica rocosa imponencia puede serlo
El día domingo llevándose toda la semana
y el fin de mes y un año entero
con sus respectivos feriados y calendarios nuevos
Una vida entera puede ser perfectamente un intento
El mar sin duda es un intento
Pero la verdad brota afuera como una cebolla
como un golpe en el anca de una yegua
a todo galope y fuego
brota afuera la verdad como una cebolla.
Criatura verbal
Hay un rumor de luna cobarde oliendo a sabio sepulcro
en esta soledad que me habita.
Un tormento sureño me recorre de lomo a pecho
y hace trizas mi gracia de ir y venir por sangre en mi interior más benéfico.
Estoy solo
Estoy solo en mi rincón casero
y zapatea el dibujo inmenso de una hembra que es alhaja
en estos tiempos de orillas occidentales y ardientes deseos.
El frío ha hecho un alto
y ha contemplado con sabiduría a la naturaleza.
Es otra brisa que canta
es otro aroma que salta y me rodea
Mi soledad es una criatura verbal
Mis poemas son todo lo que tengo.
El otoño del hombre es una isla
un cementerio de molinos de vientos.
De DESAMORES
Lamento del marinero solo
Hay un marinero que llora
y espera la hora en que partiste
cuando dejaste el puerto
tu puerto, sin naves ni navíos.
Hay un crepúsculo rojo que tiñe
el jarrón dorado del olvido
tu corazón es una sucia cubierta
y yo te miro y te miro.
Pocos son los paisajes
en esta proa del tiempo
que no tengo mas remedio
que recordarte y recordarte
que hasta de mí me olvido.
Mis jardines son redes
rasgadas redes y silbidos.
Mi idea de mí es una barca
atada a una lejana orilla
mi manera de amarte es mi aura
mi sin razón sin sentido.
He buscado tu poema
He buscado tu poema intermitentemente
no sé exactamente dónde lo puse
no sé cabalmente donde lo debo buscar
la última vez que lo vi
fue cuando miraba el follaje del hualle
del patio abandonado de la casa del vecino
o fue en la micro
cuando alguien dijo la palabra río?
Ya busqué entre las colchas
del amor y del olvido
pero ahí no estaba
también busqué donde guardo mi dinero
pero ahí estaba vacío
lo busqué en el bar
y en el último cigarrillo.
Lo perdí entre los besos
o entre los libros.
Si lo hallas,
quédatelo.
Yo ya lo di por perdido.
Mi padre solía decir
Mi padre solía decir que hay que drogarse hasta el nirvana
y que ir a putas es otra forma de conocer el cielo
que el amor es una fantasía imaginaria
creación de ebrios y poetas
que el amor es una botella llena de agua
pero que está vacía
mi corazón nunca está en silencio, decía
fumaba y sonreía
sonreía como si estuviera desnudo
y en silencio.
Bebe vino
ríete de las tonterías
mira el viento cuando quieras moverte
ama y copula cuanto puedas
pero no te enamores
nada acabará bien de ahí
decía recostado en su humareda.
Amar es la clave
enamorarse es el lamento.
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