Camilo Muró (San Felipe, 1974). Ha publicado Un poema se levanta, en Antología Clepsidra, Ediciones Amanecer, 1997; Álamo, Ediciones Casa de Barro, 2002; Mi preterir, Ediciones Casa de Barro, 2005; Ardor en la floresta, Ediciones Casa de Barro, 2017; Un brote de álamo en el cemento, Ediciones Casa de Barro, 2021, y
Álamo (segunda edición), Xilema Ediciones, 2021.
Poemas de su autoría aparecen en Poesía nueva de San Felipe de Aconcagua, Ediciones La piedra de la locura, San Felipe 2003; Antología de poetas y narradores de Aconcagua, Venezuela 1036, Ediciones Casa De Barro, 2013, y Felices escrituras, poetas chilenos pensando una provincia, Ediciones Casa de Barro, 2019.
NO NACIMOS PARA ESTO
Deja quedarme un rato más
mientras sueño clavándome otro sueño.
Tampoco el sol desea salir de su sábana montañosa,
Que descansen los niños
y el mundo marque su entrada en las almohadas.
Deja quedarme pensándolo bien
Para siempre…
—No le mientas a nadie
No nacimos para esto—
La silla no resiste más
Permitamos a los troncos caer a su tiempo
para hacerte una bella mecedora
mientras tanto siéntate en la hierba
/o en esa piedra de ahí.
Las hojas del pangue recogen el agua
Ábreme tus brazos entonces,
he traído el charqui a tu boca.
A nadie le importa verdaderamente si estás
Sueña entonces clavándote otro sueño
/profundamente real.
RUTA 181
Es necesario que dejes la ciudad
y regreses a lavar tu rostro a Malleco.
Es preciso que olvides tantos desencuentros que de allá
/te traen seca y maltrecha
Que vuelvas a Malalcahuello.
Olvida lo que fue estar en la ciudad
que el rechazo de las personas te han desfigurado el rostro
/con maquillajes y cicatrices.
Vente para que saques de tu vista ese obscuro cortinaje
y en el Cautín las manos de todos te esculpan nuevamente.
Vuelve a la floresta de la nieve
A la lenga, el ñirre, a los bosque en la montaña.
Todos en Malalcahuello te esperamos
Pero aparece, toma tu poncho y regresa
Desfigura la sombra pesada.
Retorna y pon tu vista en los troncos llevados por el rio
/en tus pisadas en la nieve,
los amigos de Sierra nevada y Melipeuco te esperamos
Pero regresa, la madera del molino hace brillar su musgo,
el rio devuelve los árboles al bosque
y los álamos apuntan al cielo
/con sus delgados dedos amarillos.
ENTREGADO POR EL RÍO
Lo asesinaron golpeándole la cabeza
y amenazaron con lo mismo
a testigos que ocultos los vieron.
Le hablaron, le prepararon un ruquito en la leñera
entre todos lo alimentaron y claro
toda la ropa en desuso
todo lo que sobrara para él.
—Era tan clara su piel, tan bermejos sus cabellos—
Pero no soportaron no cumpliese su cuenta
que los contrariara con eso de saludar abrazándolos
/y acariciara a sus mascotas.
La vez que canto en la plaza sintieron profundamente
una mezcla de admiración y envidia
/Como un odio.
Había dejado sus libros en la leñera
su victrola envuelta en la ropa
Temieron que sus mujeres sucumbieran
ante su historia de sangre escrita
sobre su piel miserablemente blanca.
Por eso lo asesinaron
Porque quería un poquito más…
Su cuerpo apareció flotando
/entregado por el rÍo.
ME LLENO DESDE DENTRO
Enciendo fuego con vigas caídas
/de otros tiempos
Ahí, cerca del corazón otros seres
me llaman con un sonido de plata en sus voces.
Junto a estos elementos
mis nervios fulminan un crujir
y soplo para que no se detenga
este girar de molinos tornasolados.
Me lleno desde dentro y su falda roja
aturde las iglesias de abejas y cucarachas.
Me copo dentro, junto a un estómago
con sus obreros ahogándose de vino y sal.
Ahí otro ser se acerca desde los músculos
y cada terremoto en el mundo
es un latir que a mi mano enloquece.
Enciendo los pezones de mi pecho
y manivelan todos los obreros
las cuencas de mis globos
/ buscándote.
Me lleno con tanta sombra de álamos a mi espalda
que otro ser me levanta y te escribe.
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